El texto ante el que nos encontramos es una transcripción de un conferencia dada por el arquitecto suizo Peter Zumthor en 2003 en Alemania. El autor nació en 1943 en Basilea, Suiza, y fue galardonado con el premio Pritzker en 2009. Su estilo arquitectónico se ve manifestado en el texto comentado. Él priorizaba crear experiencias sensoriales y evocar emociones, sin sacrificar ni la utilidad ni la practicidad de sus edificios, pues, para él, la belleza en la arquitectura no reside únicamente en la estética de una obra, sino también de su capacidad para adaptarse y servir el propósito por el que fue construido.
Él acuña el término de «atmósfera» para referirse a la parte de una obra arquitectónica que evoca emociones y sentimientos en aquel que lo presencie. Esta atmósfera no se reduce a la forma ni al diseño del edificio, sino a aspectos como la luz natural o las interacciones humanas, pues es esto lo que realmente provoca ese sentimiento de pertenencia. Es la atmósfera lo que le aporta calidad a la arquitectura, pues, sin ella, la arquitectura se vuelve disfrutable únicamente para el espectador exterior, aquel que ve y valora el edificio sin estar implicado en él.
La atmósfera no tiene porque ser lograda con un único espacio, es la combinación de distintas obras con el mismo propósito de crear espacios memorables la que consigue atraer a las personas. Tomemos como ejemplo una ciudad europea como París. La uniformidad de sus edificios consigue que la atmósfera no se quede en el edificio, sino que se propague por la ciudad entera. Esto contrasta con lugares donde cada edificio parece luchar por la atención del transeúnte, haciendo que el habitante sienta que habita una exposición de arte más que una obra arquitectónica.
Es importante no olvidar que la arquitectura surge como una manera de adaptar espacios a los humanos, por lo tanto debe ser el factor orgánico el primero que se debe tener en consideración. No se puede tratar siempre de construir los espacios más llamativos y suntuosos, a veces la sutileza es más apropiada para poder crear espacios disfrutables donde la interacción humana prime. Y una cosa no excluye a la otra, se pueden crear edificios llamativos que también tengan una buena atmósfera, pero se debe buscar un punto medio entre construir espacios insípidos con especial énfasis en la interacción humana y edificios que solo pretendan ensalzar al arquitecto.