Empecé a practicar atletismo cuando tenía 5 años, y, desde entonces, voy al CIAT (Centro Insular de Atletismo de Tenerife) casi a diario, con excepción de los meses de verano. Esto me ha llevado a familiarizarme con el lugar bastante bien. Sin embargo, nunca me había parado a analizarlo en detalle.
El CIAT fue diseñado por Fernando Menis, Felipe Artengo Rufino y José Maria Rodriguez Pastrana e inaugurado en 2007. Se encuentra en el barrio de Tincer y tiene un aforo de 4000 personas. En esta pista han tenido lugar competiciones de carácter local e internacional, acogiendo a celebridades del deporte como Ana Peleteiro, Bruno Hortelano o Ramil Guliyev.
El exterior de la pista busca emular un volcán, haciendo alusión al origen volcánico de las islas. Para esto se usaron piedras que suben hasta una cota superior que la de la pista, haciendo parecer que esta es un cráter.
Sin embargo, la zona que más interesante resulta a nivel arquitectónico, es el interior. Las instalaciones cuentan con una pista de 60 metros indoor que sirve como zona de calentamiento. Esta zona aprovecha el espacio que queda debajo de las gradas para crear uno de los espacios más importantes de la pista.
Lo que más impacta de este espacio es su escala. Como referencia, los dos postes blancos que se ven al fondo a la derecha no miden más de 6.5 metros. Esta amplitud juntada con el uso de hormigón visto y láminas de metal le da a la pista una sensación de base militar soviética. El uso de una paleta monocromática únicamente interrumpido por las tonalidades de azul del pavimento puede resultar abrumador, sin embargo esto se ve aliviado con la implementación de zonas ajardinadas, que, aunque no cuentan con demasiadas plantas, aportan un descanso de tanta monotonía.
Algo a lo que nunca le había prestado atención hasta que volví a la pista tras empezar la universidad eran las vigas y columnas. No hay ninguna columna que sea ortogonal, todas tienen cierto grado de inclinación. Esto crea un espacio interesante, lo que contrasta con la monotonía de los materiales.
Tengo un conflicto interno por el uso del hormigón visto como material principal, pues hay ocasiones en las que se ve estético, pero hay casos en los que un espacio que podría ser acogedor termina sintiéndose frío por el uso de este material. Un ejemplo muy claro de esto es la cafetería del CIAT.
En esta imagen no se ve a nadie en la foto porque esta cafetería está siempre vacía. Una cafetería debe ser un sitio acogedor que invite al usuario a quedarse. Sin embargo, no hay material que represente mejor la hostilidad y frialdad como el hormigón. Esto causa que cada vez que me acomodo en uno de esos sillones siento como si estuviera en un búnker soviético durante la guerra fría.
Hace un par de años no me paraba a pensar porque no me apetecía ir a la cafetería después de un duro entreno, o porque la pista indoor me parecía tan misteriosa, sin embargo, ahora que estudio arquitectura, me doy cuenta de como es esta la que afecta nuestros sentimientos y nuestra forma de actuar, aunque no nos demos cuenta.